San Silvestre de Seceda, en tiempos una de las parroquias más importantes de O Courel, cuando los carros cargados con mineral pasaban por aquí hacia la ferrería de A Lousadela a orillas del río Lóuzara. El aislamiento que padeció durante mucho tiempo, apartada de las principales vías de comunicación, contribuyó en gran medida a su despoblación, pero al mismo tiempo ha permitido que hoy en día sea una de las localidades mejor conservadas de la zona. Debido a la fuerte emigración, en determinado momento dejaron de construirse viviendas nuevas y la población presenta actualmente casi el mismo aspecto que tenía en la primera mitad del siglo. Hace pocos años, Seceda fue sometida a un plan de restauración integral con el fin de salvaguardar su valioso patrimonio de arquitectura popular. La población presenta una característica fisionomía de casas apiñadas y calles estrechas para protegerse mejor de las nevadas y el frío invernal. Los documentos más antiguos que se conocen, que proceden de la iglesia local y datan de comienzos del siglo XVIII, señalan que en aquella época la población contaba con cerca de cien casas habitadas y un total de unos quinientos vecinos. Muchas casas tienen voladizos y salientes pronunciados, y algunas de ellas están unidas entre sí por pasadizos, de forma que ciertas calles casi parecen corredores o pasillos en los que los vecinos podían desarrollar sus tareas cotidianas en unas condiciones más o menos semejantes a las del interior de un edificio.