El alejamiento de estos elementos tiene una sencilla explicación. Quien haya convivido con colmenas instaladas en las proximidades de sus casas está familiarizado con los frecuentes problemas que causan tanto a sus propietarios como a los vecinos. La situación se torna especialmente peligrosa cuando en el verano se produce la división de los enjambres: son espectaculares pero, asimismo temibles, las verdaderas nubes de muchas decenas de miles de abejas sobrevolando casas y huertas hasta que se posan y concentran en cualquier lugar. Además en los tiempos actuales, la aplicación de productos químicos en las prácticas agrícolas es incompatible con la supervivencia de los enjambres.
Pero además se debe contar con la existencia en el entorno de la colmena de la materia prima utilizada por las abejas para elaborar la cera y la miel. Según los especialistas en apicultura, la flora melífera la integran en Galicia básicamente especies características de los espacios incultos dejados de monte, como son las diversas variedades arbustivas de brezos, zarzas, y árboles como el roble o el castaño, aparte de otras plantas y flores. En otro sentido, se debe tener muy presente que la miel producida a partir de las flores de árboles frutales, en general es de baja calidad, siendo preferibles para la instalación de colmenas los parajes montuosos de tendencia monofloral. Esta es pues, una razón de no poca consideración para interpretar el criterio de elección del tipo de emplazamiento topográfico de las albarizas.