Tras avanzar cuatro kilómetros por esta pista y salvar una fuerte subida -desde los 961 metros de altura de Vieiros hasta los 1.508 de la cumbre del monte- se llega a una una amplia planicie, llamada Campa da Retorta. A la izquierda, a unos 400 metros, se alza el pico del Alto dos Castros, al que se llega por un estrecho sendero que sale a la izquierda de la pista. En la parte más alta del monte quedan restos de un asentamiento castreño, ubicado en un punto estratégico que permitía controlar las minas de hierro del Formigueiros y las explotaciones auríferas situadas en el entorno. No en vano la zona fue trabajada intensamente en tiempos de los romanos. Prueba de ello son los rastros que han dejado explotaciones mineras subterráneas -como las cuevas de Arcos y de Augas- y sobre todo las minas a cielo abierto, de las que se pueden ver diversos vestigios: socavones abiertos en la montaña y escombreras originadas por los grandes movimientos de rocas. El asentamiento romano-castreño se halla hoy en un estado ruinoso. Incontables piedras de pizarra aparecen amontonadas desordenadamente por el paraje, debido seguramente a expolios ya antigüos, además de muchos siglos de abandono e intemperie.